Se trata de un enrojecimento uniforme y generalizado, que afecta prácticamente a la piel de todo el cuerpo y se suele acompañar de sintomatología «sistémica». Suele ser la traducción de un proceso grave, o del agravamiento de una patología cutánea que en un principio era localizada (p.e. dermatitis atópica, dermatitis seborreica, psoriasis, etc…) Se trata de un cuadro grave, en el que las medidas terapéuticas deben ser rápidas y eficaces.
Evoluciona en dos estados sucesivos, agudo y crónico. En las fases aguda y subaguda se produce un eritema rojo intenso generalizado de inicio rápido, cubierto por finas escamas; los pacientes puede padecer sintomatología sistémica (p.e. malestar general, escalofríos y fiebre). Cuando el proceso se cronifica la piel se vuelve más gruesa, y las escamas persisten, si bien adquieren un aspecto laminar. Se pierde el pelo de la cabeza y del cuerpo, las uñas se vuelven más gruesas y se separan del lecho ungueal. Más del 50% de pacientes tienen antecedentes de una dermatosis preexistente (p.e. psoriasis, dermatitis alérgica de contacto, dermatitis atópica, dermatitis seborreica, toxicodermia, linfoma, pitiriasis roja pilosa, etc.).
Se establece clínicamente (eritema generalizado con descamación). En la analítica existirá desequilibrio electrolítico y leucocitosis.
Debemos tomar cultivos bacterianos para descartar infección secundaria, así como tomar una biopsia para intentar filiar el origen de la eritrodermia.
Se trata de un importante problema médico que debe ser tratado en una clínica dermatológica con salas de hospitalización. El paciente debe ser ingresado y el control del equilibrio hidroelectrolítico puede ser vital.
El tratamiento general y tópico varía según la enfermedad subyacente que haya desencadenado la eritrodermia. Habitualmente se emplean glucocorticoides por vía oral para inducir la remisión (excepto en la eritrodermia psoriásica).